El califato de Córdoba se desintegró en un mosaico de reinos
de Taifas, muy castigados por los reinos cristianos del norte de la Península y
sucumbió finalmente ante los pueblos bereberes del norte de África (almorávides
y almohades).
Durante
esta etapa las manifestaciones artísticas son casi exclusivamente construcciones
de marcado carácter defensivo.
Los almohades establecen la capital en Sevilla.
La Torre del Oro y la Giralda pertenecen a esta etapa almohade.
Torre del Oro
Los almohades adquirieron una gran perfección en cuanto al
carácter defensivo, de modo que sus fortificaciones fueron inexpugnables hasta
la aparición de la artillería. El recinto fortificado se Sevilla tenía 176
torres; entre ellas, la Torre del Oro (1220), una construcción estratégica,
primera defensa por la parte del río; su planta es dodecagonal, con un núcleo
que surge como torrecilla o linterna. Se afirma que estaba recubierta de
azulejos que brillaban y le daban apariencia metálica, de ahí su nombre.
La Giralda
(1184-1198)Conocida con ese nombre por la veleta que la
corona, era el minarete de la
desaparecida mezquita de Sevilla. Sigue el modelo occidental fijado por la
mezquita de Córdoba y fue el más elevado que se construyó.
Su valor artístico se debe a la eficacia estructural pese a sus
colosales dimensiones y a su excepcional decoración, que se adapta
perfectamente al material constructivo, el ladrillo.
La torre, de planta cuadrada de 13,6 metros de lado, tiene en su
interior un enorme pilar-machón central alrededor del cual asciende una rampa,
que permitía al muecín (al que llama a la oración) subir montado a caballo. El
pilar-machón no es macizo, alberga siete habitaciones superpuestas.
En el exterior, los pisos inferiores presentan muros lisos que
abren vanos en forma de arcos lobulados y de herradura enmarcados por alfices.
Los pisos superiores se dividen en tres calles: la central con ventanas
geminadas superpuestas y las laterales con arcos ciegos que sirven de base a
verdaderos “tapices” de rombos, formados por arquerías de ladrillos
entrecruzados. Esta espléndida decoración confiere verticalidad a la torre. PINCHA AQUÍ
Sigue una pequeña plataforma adornada con diez arcos ciego. Sobre
ésta, la parte que corona la torre con el campanario es un añadido renacentista
de Hernán Ruiz (1558).
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